Por qué la comida chatarra es peor hoy que hace 30 años

A nadie se le escapa que la comida basura es realmente perjudicial para tu organismo: propicia digestiones pesadas y lentas, gases, extreñimiento y a medio-largo plazo sus consecuencias son el incremento del riesgo de padecer obesidad, hipertensión, diabetes, aterosclerosis, enfermedades cerebrovasculares, patologías renales, hígado graso y diversos tipos de cáncer, además de depresión o problemas de memoria y aprendizaje.

La mala reputación que se ha gestado a lo largo de los años obedece a su gran cantidad de ingredientes procesados y ultraprocesados, el gran tamaño de las porciones o su alta proporción en grasas saturadas y sodio.

Si te preguntas si la comida basura es hoy menos saludable que hace treinta años, la respuesta es sí.

Un estudio recientemente publicado en el Diario de la Academia de Nutrición y Dietética descubrió que los entrantes que se sirven en los 10 principales gigantes de comida rápida han aumentado el tamaño de la porción en 39 gramos, lo que equivale a aproximadamente 90 calorías de diferencia con respecto a 1986.

Aunque 90 calorías pueden no parecer una gran cantidad, hay que recalcar que dicha cantidad se multiplica en función de la frecuencia con la que consumes se consume este tipo de producto. Por ejemplo, si vas a comer a Burger King, una vez a la semana consumirás 4.680 calorías más por año de comida rápida con respecto a la década de los ochenta. Por otra parte, los entrantes de comida rápida contienen aproximadamente un 13,8% más de sodio que hace tres décadas.

Para deducir este aumento en calorías y sodio durante los últimos 30 años, los investigadores analizaron los elementos del menú en los restaurantes de comida rápida  de los años 1986, 1991 y 2016. La autora principal del estudio, la Dra. Megan A. McCrory, del Departamento de Salud y Ciencias de la Rehabilitación de la Universidad de Boston, revela que se trata una investigación “más extensa y una mirada más profunda a la energía calórica de la comida rápida y la composición de nutrientes, década tras década, que se ha realizado nunca”.

McCrory y su grupo de investigadores encontraron que la cantidad de elementos de menú ofrecidos en estas cadenas respectivas combinadas aumentó en un 226%, mientras que los entrantes aumentaron en 13 gramos, o 30 calorías por década. Los postres han aumentado en 186 calorías, o 72 gramos, desde 1986. Incluso las patatas fritas experimentaron un incremento 42 calorías y un 11,7 por ciento más de sodio.

Entonces, ¿qué se puede hacer para evitar que la tasa de obesidad siga aumentando? Los investigadores han propuesto algunas alternativas interesantes, como que los restaurantes de comida rápida ofrezcan porciones más pequeñas o, incluso que introduzcan un impuesto a las calorías.

Si tu Big Mac fuese de menor tamaño y más caro, tal vez te verías tentado a consumir otras alternativas más sanas para tu cuerpo.

Fuente | Eat This, Not That

Extraido de TicBeat